lunes, diciembre 15, 2014

Servicio del CESM







Cada vez inventan un nuevo requisito para que te puedas  graduar, que si las pasantías, que si el trabajo especial de grado, y ahora, bueno desde hace ya unos pocos años, existe lo que se llama el Servicio Comunitario, no niego que es una buena forma de devolver algo a la comunidad, pero no es una iniciativa, es algo que es obligado y allí está la parte incomoda del asunto.

Cuando las comunidades se reúnen con la universidad y los representantes de las 20 carreras que imparte la UCLA, la historia es bastante simple y se divide en dos grupos, los que solicitan proyectos indicados para el Decanato de Medicina, y el otro grupo que solicitan proyectos para el Decanato de Ingeniería Civil, dejando a las demás facultades con trabajos como pintar, limpiar, dar cursos y ese tipo de cosas sencillas, y dejan el trabajo fuerte para los otros dos, y es lógico.

Mi proyecto del Servicio del CESM (como le decíamos de cariño no mas) se trataba del catastro de 443 terrenos ejidos y todos los tramites que estos conlleva, con la finalidad de darle a la comunidad los papeles oficiales de propiedad de esos terrenos, todo esto sin costo alguno, siendo un trabajo bastante duro pero reconfortante, saber que el producto de tu trabajo tiene un gran valor.

Valor que la comunidad agradecía de muchas formas, generalmente con comida, la forma favorita de Elba, desayunábamos en casa, luego desayunábamos en el punto de control de la comunidad, y luego cuando comenzábamos a trabajar, desayunábamos en cada casa que registrábamos, y salíamos de allí con bolsas llenas de frutas, panes, tortas... Era la forma de agradecer, y nos encantaba.

Este trabajo duró un poco más de un año, porque solo íbamos los sábados, eramos un grupo de 15 estudiantes, y estábamos divididos en grupos de dos y hasta tres personas, para abordar esa cantidad de terrenos que en su mayoría tenían construcciones bastante particulares, con hábitos extraños, pasando desde laberintos hasta perros en el techo, visitando el cuarto de los santos y escuchando las historias de la vida de los futuros propietarios oficiales, quizás fue la parte más enriquecedora de la actividad, conocer personas reales con historias de historias, algunas bastante tristes, otras chistosas y un par realmente perturbadoras, lastima que mi memoria sea un total asco.

Sí, fuimos perseguidos por perros y tuvimos algunas viejas gritonas, hasta una que tenia un hijo de treinta y tantos que vivían aun con ella y quería que Elba se casara con él. La cosa es que no veíamos el día en terminar, ya estábamos cansados de llevar sol, caminar y a decir verdad, de que en cada casa nos pidieran neveras.


Sin bases Matemáticas, Factor Común Cero.


Nota: Llegamos a una casa donde vivían un muchacho y su hijo, el joven se llamaba Jackson Perez, y su hijo Maikol Jackson Perez, no bromeo, es una historia de la vida real.