Son las 12.14 am y acabo de llegar a mi casa, salí de clases a las 8.40 pm, saquen sus cuentas, ese fue el tiempo que estuve junto a compañeros de clase y profesores dentro de la universidad en uno de los momentos más inauditos (y eso que han sido muchos) que he vivido durante el tiempo que llevo estudiando allí, aun no puedo creer las cosas que vi, ni las que escuche, aunque la reacción que tomaron muchos de los que allí estuvieron es totalmente compresible, pero eso no reduce el shock que aun tengo y el miedo que mi mente comienza a generar, alimentando la psicosis que crea la inseguridad.
Salí de clases y vi que la gente corría, no me imaginaba nada del otro mundo, así que me acerque al estacionamiento del Decanato donde había un gran grupo de compañeros alrededor de dos carros, uno con el vidrio de una puerta hecho trizas y en el otro carro como centro de la disputa, un chamo y una chama, aparentemente menores de edad que entre la confusión pude escuchar que trataron de robar el carro, trabajo frustrado gracias a los vigilantes de turno (después de que ya se habían robado 4 carros en los últimos meses es primera vez que salvan uno, por lo menos así justifican su sueldo), mientras la gente se sorprendía por lo que pasaba, unos cuantos le montaban un juicio a estas dos personas, pero tenían un abogado que salió de la nada, ajeno a la universidad, que por cierto, era malísimo, puesto que las coartadas no tenían sentido, pero aun así muchos le creyeron, yo por mi parte lo veía muy extraño porque para la situación tan obvia que se vivía era raro que existiera alguien para defender a esos dos seres que decían ser estudiantes del Decanato de Medicina, pero lo más raro aun era que al rato resultaron ser primos, y que el amigo era un vendedor estilo visitador médico, con su maletín de cuero lleno de folletos y libros alusivos a lo que él decía ser.
Pasaba el tiempo y los estudiantes se alteraban mas, no entendíamos aun que hacia esa gente en el Decanato, a esas horas y sin nadie que les conociera, entre mas aclaraban la situación más oscurecía, hasta que no encontraron otra manera mas de expresar la rabia y el desconcierto que amedrentar contra el carro que supuestamente era de esas personas, que mientras le tiraban piedras, morteros y tantas otras cosas que se encontraban por ahí, en sus caras no se les veía la mas mínima preocupación, y aprovechando tal espectáculo propio de una multitud lleno de ira, no creo que fuese el mejor momento para salir corriendo e intentar escapar, pero el ser humano es bruto, y unos de ellos, el más pequeño lo hizo, más vale que no, porque nadie se iba a ir del decanato sin llevarse lo que merecían, el carro donde ellos venia termino volteado y destrozado, y mientras pasaba el tiempo, quedaba menos de él (al parecer hay mas choros en el Decanato de lo que uno cree).
La comunidad estaba encima de los dos pequeños, pero yo no entendía porque no les pasaba por su mente que otra persona, con buen hablar y buen vestir, podría estar involucrado en el supuesto robo, él mientras tanto caminaba por el estacionamiento muy tranquilo llamando por teléfono a quien sabe uno, 2+2=4, todo huevo tiene su cascara, todo plan tiene su estratega, pero la mayoría estaba ciega y solo veían con sus ojos, eso no es ver. Hasta después de un rato que estaban en la caseta de vigilancia hablaron con el chamito por un lado y con el supuesto visitador médico por el otro y usando un poco de psicología barata, comenzaron de ser familia a no ser nada, es decir, sus historias no concordaban, de esta manera se dieron cuenta que la cosa no era tan sencilla y metieron a los tres, el chamito, su novia y al amigo en la caseta de vigilancia para conocer la historia, no fue fácil.
Les gritaban, les amenazaban, les obligaban a hablar, pero era la misma coartada sin sentido, pero en ese momento se enfocaron mas en el amigo que aparentaba unos 27 años, con una actitud tranquila, (que por cierto, tubo todo el tiempo y toda la disponibilidad para irse del Decanato antes de meter la pata), seguro de sí, pero con una muy mala historia que el mismo intentaba creer; él decía que vino a visitar a un cliente, a José Rodríguez, pero un dirigente del Centro de Estudiantes de Ciencias (Porque paso bastante rato hasta que aunque sea uno de los de nuestro propio Decanato se involucrara en el asunto y entrara a la caseta a ver lo que pasaba) le quito su teléfono para buscar el numero de José Rodríguez y así llamarle para corroborar la historia, pero José Rodríguez no estaba en el directorio, un cliente que no está en el directorio de un vendedor no es un cliente, José Rodríguez no existe, más complicado se le puso la cosa para estas personas, y aun al ver el móvil una llamada reciente de la PTJ. El bombillo de la caseta de vigilancia aparentemente tenía unos problemitas porque se apagaba cada cierto tiempo, en una de esas el supuesto vendedor se le ocurrió la grandiosa idea de salir corriendo, error, estando consciente de que afuera la multitud estaba esperándolo desde hace tiempo, decidió escapar, claro que le atraparon de nuevo, pero créanme que no para conversar, mientras tanto en la caseta aun quedaron la chica y el chico y por la presión de los que quedaron y de lo que veían, la chicha decidió gritar y confesar de que Juan, el supuesto vendedor, obligaba a su novio a robar, que él fue quien planeo todo, bingo.
Volvieron a meter a Juan a la caseta para que confesara, pero él aun lo negaba, el aun mentía, pero es que el intento de escape no le ayudo en nada, ni a la historia, ni a su rostro; le terminaron de quitar sus pertenencias y descubrieron cedulas falsas, papeles de que le identificaban como PTJ, cheques falsos, y en el carro igualmente distintos documentos a nombre de no sé cuantas personas a las cuales se le preguntaba y no pegaba ninguna, volvió a escapar, que idiota, esta vez casi lo matan, pero desde ahí si no tuve las agallas para estar ahí, porque al ver un mortero cayéndole en la espalda me pareció mucha bestialidad, pero confesó, error, debió morir seguro de lo que contaba, al él escapar los otros dos chamitos también escaparon, pero que inteligentes, lo hicieron entrando al edificio, de allí se los llevaron al centro de estudiantes, donde un pila del centro le prestó un móvil para que llamase a alguien para que les trajera la cedula porque estaba en tal parte, que pilas!!!!! Fue cuando la gente ya se comenzó a asustar, y no podíamos salir de allí porque no dejaban salir a los transportes.
Seguridad interna no hizo nada, los vigilantes que descubrieron a estas personas no aparecieron mas, ya estamos cansados de carros robados y de compañeros atracados prácticamente frente al Decanato, ¿Que más se puede hacer?, es lo que se le preguntaría a la Secretaria del Rector que acudió al decanato después que ya estaba la policía a las afuera del Decanato (panas de Juan me imagino), esta señora llego diciendo cosas que en realidad ya aburren y que no se creen, si esto no hubiese pasado, el carro se lo hubiesen llevado y esta señora no estuviese hablando de que la inseguridad está en todas partes, que recientemente a ella le robaron, pero pasa que eso a ella le paso en la calle, nosotros estamos en nuestra segunda casa y supuestamente debemos estar resguardados y seguros, ya no nos podemos sentir así, porque en el Decanato entra quien quiere.
Ya casi siendo las 12.00 am, llego la policía a llevarse a esta gente, irónico fue que mientras los encaminaban Juan sonreía, y mas irónico aun, no estaban esposados, así que la multitud no los dejo salir, que si no salían esposados, no salían, que buscaran tres esposas, ¿Qué clase de de policías tenemos que ni esposas cargan?, después de media hora los policías regresaron, pero solamente con una esposa, que cosa tan increíble…. Qué pena en realidad, que insólito, porque cuando son los estudiantes, hay decenas de policías y más cantidad aun de esposas, pero cuando es una situación parecía a la que estábamos viviendo, no hay esposas y los tratan con cariño.
Esto es lo único que sé por ahora, y no es porque me lo hayan contado, sino porque estuve allí, un gordo y un idiota adulador permanente del centro de estudiante intentaron sacarme, yo dije que no, que quería escuchar, que quería estar ahí y que ellos no me podían sacar, que me obligaran si quería, de igual manera ellos no eran nadie… Salte!... NO!!! Decía yo, yo quería saber que pasaba, quería escuchar y no me daba la gana salir, me decían que me saliera, que ellos contaban después que fue lo que paso, pero le dije que no, porque ellos jamás cuentan en realidad lo que pasa, hasta me dijo que yo no estudiaba en el Decanato, pobre loco, pobre pendejo, me dio risa en realidad, nunca me Salí. También hubo otro loco que quería destruir el cajetín de fusibles de la caseta para que se no hubiera luz y así matar al Sr. Juan, claro, él no era estudiante de otro Decanato, así que poco le importaba destruir las instalaciones, le quite el tubo que cargaba y le empuje, y otro pana le agarro las manos, loco de mierda.
Pero en fin, solo pienso una cosa y tengo miedo porque eso no se va a quedar así, la venganza no pasa solo en las novelas, la venganza no solo será de palabras, créanme, no sé si exagero, pero ahora hay que tener muchísimo más cuidado que antes, en realidad todo el cuidado que se pueda tener, ahora para llegar al DIC habrá que llevar el corazón en la boca y ojos en la espalda, porque ahora sobraran miradas extrañas de ajenos al Decanato.
Sin bases matemáticas, FaCt0r C0mUn Cer0….